Traducción Isabel Infanta
El
Secretariado Unificado (SU) se reivindica parte de la tradición
trotskista, atribuyéndose incluso el nombre de "Cuarta
Internacional". Sin embargo, Miguel Rossetto, dirigente
del SU en Brasil, es el ministro de Desarrollo Agrario del
gobierno burgués de Lula. Eso significa que el SU
rompe con una de las cuestiones de principio entre los revolucionarios,
que reside justamente en la no participación de aquellos
que se ubican en el campo de la revolución dentro
de los principales cargos ejecutivos de un gobierno burgués,
que sirve para salvaguardar los intereses de los capitalistas.
Es un escandaloso salto de calidad en la capitulación
del SU a la burguesía.
La cuestión del ministerialismo fue combatida duramente
como una de las peores expresiones del oportunismo entre
los socialistas desde el histórico caso Millerand,
que se transformó en un gran divisor de aguas en
la historia del movimiento marxista internacional. A fines
del siglo XIX, en la época de la Segunda Internacional
fundada por Engels, Alexander Millerand, socialista francés,
ocupó el cargo de Ministro de Comercio, Industria
y Trabajo del gobierno capitalista de Waldeck-Rousseau en
1899. Por primera vez en la historia del movimiento obrero,
un socialista aceptaba formar parte de un gabinete burgués.
Los revolucionarios en aquellos años como Rosa Luxemburgo,
verdaderos enemigos implacables de la colaboración
de clases, se lanzaron a combatir con todos sus esfuerzos
el ministerialismo de los Millerand y sus defensores como
Bernstein. Como afirmaba la gran revolucionaria polaca:
"con la entrada de un socialista en el gobierno, y
con la existencia de dominación de clase, el gobierno
burgués no se transforma en un gobierno socialista
sino que el socialista se transforma en un ministro burgués
La entrada de un socialista en un gobierno burgués
no es, como se piensa, una conquista parcial de los socialistas
sobre el estado burgués, y sí una conquista
parcial del estado burgués sobre el partido socialista".
La participación de Rossetto en el gabinete como
ministro del gobierno capitalista de Lula significa una
ruptura total con este principio elemental de clase. Sabemos
que el carácter de un gobierno burgués no
está determinado por el carácter personal
de sus miembros, sino por su función orgánica
en la sociedad burguesa. El gobierno es esencialmente una
organización de clase, y su funcionamiento regular
es una de las condiciones de existencia del Estado de clase.
El gobierno de Lula es un ejecutivo de la dominación
de clase. Así, el ministro Miguel Rossetto se transforma
en el nuevo Millerand del siglo XXI.
Para el SU sin embargo, así como para su sección
brasileña, Democracia Socialista, no sólo
no hay ningún problema en la participación
de Rossetto, sino por el contrario esa participación
es vista como si fuese una gran victoria de los socialistas.
Según Gerry Foley, integrante de la sección
norteamericana del SU invitado a la conferencia nacional
de DS de noviembre de 2003, "no hubo propuestas de
que él [Rossetto] renunciase al gobierno. De hecho,
él fue el heroe del congreso, señalando una
perspectiva de que el gobierno dé la tierra a centenares
de miles de familias campesinas". El propio Foley agrega:
"Evidentemente, la subordinación del gobierno
de Lula al FMI ensombrece sobre ese futuro brillante"1.
No es posible tener medias palabras sobre esto: la posición
del SU es diametralmente opuesta a la de Rosa y a la posición
que todos los revolucionarios debemos tomar.
Daniel Bensaïd, dirigente de la LCR francesa, principal
organización del SU, en un artículo crítico
del gobierno de Lula, hizo el siguiente análisis
de la actuación de Miguel Rossetto: "Desde su
asunción como ministro de Desarrollo Agrario, (Rossetto)
duplicó los recursos consagrados a la agricultura,
ha renegociado las deudas de numerosos agricultores, instituyó
líneas de crédito específicas para
las mujeres, los jóvenes, y creó un programa
federal de compras, garantizando el precio de venta de los
productos." Ante tal iniciativa, las debilidades de
Rossetto para avanzar en la reforma agraria son explicadas
por Bensaïd desde el siguiente ángulo "
varias decenas de militantes y sin-tierra son detenidos
por iniciativa del poder judicial en diferentes estados,
mientras la derecha lleva adelante una campaña permanente
contra el ministro Miguel Rossetto, denunciado como ministro
'fuera de la ley'" 2.
No se trata de discutir aquí la exageración
de las afirmaciones hechas por Bensaïd sobre las "ventajas"
promovidas para los millones de campesinos sin-tierra en
Brasil, que poco tuvieron de mejoras significativas en sus
condiciones de vida, y que acaban por generar la profundización
de las ilusiones de las masas en el gobierno capitalista
de Lula y en el régimen democrático burgués.
Se trata entonces de poner al desnudo la capitulación
política de Bensaïd, y en consecuencia del SU
y la DS, de plantear que la actuación de Rossetto
es benéfica, y que el gran problema reside en que
éste está aislado por las fuerzas de la derecha
que componen el gobierno. Así, para estos ilustres
señores, no sólo la participación de
Rossetto debe ser defendida, sino que si le fuese posible
a la DS ocupar más y más ministerios, no importa
si es en base a un programa capitalista en alianza con la
burguesía, el socialismo se instauraría pacíficamente
en Brasil, por la vía parlamentaria como tanto soñaron
los reformistas de la II Internacional. Además de
esto, el ufanismo de Bensaïd sobre las míseras
migajas que son concedidas por Rossetto a las masas de campesinos
sin-tierra, encubre el hecho de que éste participa
del proceso de represión abierto contra los campesinos
sin-tierra, al ocupar un alto cargo en el gobierno federal.
Eso muestra hasta dónde lleva la concepción
política capituladora de que no hay ningún
problema en realizar alianzas estratégicas entre
reformistas y revolucionarios. La gran discusión
utilizada por la DS para romper con esta cuestión
de principios reside en el análisis que hace del
papel que cumple el PT. Los informes de la DS sobre su 7ª
Conferencia realizada en San Pablo en noviembre del 2003
explicitan el grado de adaptación a la conciliación
de clases en su práctica y apreciación de
la realidad. "El gobierno Lula está en disputa
Desde nuestro punto de vista, el movimiento democrático
y popular está realizando una experiencia histórica,
inédita y decisiva
La DS se coloca integralmente
como parte de este proceso
Consideramos actual mantener
la defensa de los valores positivos de la trayectoria del
PT" 3.
De esa manera, se hace evidente que la DS no sólo
deja de sacar las lecciones sobre su propia actuación
fortaleciendo a un partido que se ubica como freno para
la lucha de clases en Brasil, sino que también quiere
luchar para mantener esa ubicación y profundizarla
aún más. Según las resoluciones de
su Conferencia, la DS se pone "integralmente"
como parte de esa "experiencia histórica"
del "movimiento democrático y popular".
Cada parte de esa frase es una preciosura. ¿Cuál
es el significado del gobierno de Lula como "experiencia
histórica"? Desde el punto de vista de la clase
obrera y de las masas más amplias, el gobierno del
PT en coalición con la burguesía ha sido una
gran desilusión aplastante para la mayoría,
y ha permitido que sectores de trabajadores empiecen a sacar
la conclusión de que el PT no puede ser más
una herramienta de lucha válida para la transformación
social. La experiencia con el PT sólo puede tener
ese sentido, y los marxistas debemos luchar para que los
trabajadores saquen las necesarias conclusiones revolucionarias
de esa experiencia.
Sin embargo Bensaïd emplea esa palabra en sentido exactamente
opuesto. Cuando se refiere a la "experiencia histórica
inédita y decisiva", Bensaïd y el SU pretenden
que ese gobierno antiobrero y antipopular sea visto como
parte de las luchas de los explotados, o dicho de otra forma,
que los trabajadores tomen la defensa de ese gobierno como
una experiencia suya. ¡Y en ese sentido la DS se coloca
integralmente como parte de ese proceso! Es por eso que
para el SU, poseer un dirigente en el primer escalafón
de ese gobierno capitalista se justificaría perfectamente
como una "táctica" para mejor "disputarlo".
Una izquierda que intenta defender y justificar a Lula
A
pesar de que el papel traidor de Lula y del PT a escala
nacional e internacional quede cada día más
claro, existen amplios sectores de una izquierda material
y espiritualmente interesada que busca toda suerte de malabares
políticos y teóricos para "salvar"
la imagen de Lula. El SU, para defender su participación
en el gobierno burgués, es quien va más lejos
en ese intento de justificar lo injustificable.
Por ejemplo, luego de la elección de Lula, es decir,
meses después de que éste ya había
anunciado cuál sería el eje de su política
futura en la célebre "Carta al Pueblo Brasileño",
un intelectual marxista renombrado como Michael Löwy,
ligado al Secretariado Unificado, discutía que "Según
Georges Soros, el megaespeculador, en declaración
a la prensa algunos meses antes de la votación, son
los mercados financieros los que hoy en día deciden
las elecciones y, por lo tanto, Lula no podría ganar.
Previsión equivocada (
) El candidato electo
no fue aquel que tenía preferencia de Soros y de
muchos otros especuladores, banqueros, inversores, agentes
financieros, directores de multinacionales. Tampoco el preferido
por la oligarquía brasileña: grandes estancieros,
capitalistas de derecho divino, economistas neoliberales,
políticos reaccionarios. Quien ganó fue un
trabajador, un sindicalista, ex huelguista, un antiguo prisionero
político"4. Esa afirmación intenta apoyarse
en el hecho de que había gran desconfianza en Lula
por parte de sectores centrales de la burguesía brasileña
y del imperialismo, pero escamotea el papel que Lula y el
PT cumplen desde su fundación, y crecientemente a
lo largo de los años 90 hasta hoy, como el mayor
instrumento de la conciliación de clases en Brasil.
Es cierto que el voto de las masas brasileñas al
PT estaba basado en las aspiraciones de cambio, y que el
PT capitalizó esta aspiración tornándose
la gran referencia de izquierda para las masas a lo largo
de sus 24 años de existencia. Sin embargo Löwy
necesita distorsionar descaradamente la realidad para transformar
la victoria de Lula en una gran victoria histórica
de los trabajadores, pues si Lula no era el candidato ideal
de los banqueros y de los organismos financieros internacionales,
ya desde el período pre-electoral hizo todos los
movimientos necesarios para probar que podría y quería
serlo.
De esta forma no podemos dejar de señalar la desfachatez
con que Löwy llega a afirmar que "por primera
vez en la historia de Brasil y de las Américas un
obrero es elegido presidente de la República. Y,
si le sumamos el que sea un obrero combativo y dirigente
de un partido que se reclama del socialismo, tal vez sea
la primera vez en la historia universal". Aquí
el conciliacionismo alcanza un nivel escandaloso. En la
visión de Löwy, Lula sería un "obrero"
no sólo desde el punto de vista de su origen social,
sino un "obrero combativo", aún habiendo
traicionado completamente el principio elemental de la independencia
de clase. Nada más lejos de la verdad. El actual
presidente, a quien Löwy ofrece tanta reverencia, siempre
fue un homenaje a la Iglesia Católica, utilizado
por el cardenal Don Paulo Evaristo Arns en el pacto de "transición
a la democracia" brasileña que garantizó
la amnistía a todos los torturadores y asesinos de
la dictadura, un episodio que se compara a la participación
del papa Wojtyla en el desvío del proceso de Solidaridad
en el '81 en Polonia. Más tarde Lula fue históricamente
una pieza clave para que el PT se fortaleciese en Brasil
como una "oposición responsable" dentro
del régimen burgués, desviando procesos de
radicalización de las masas trabajadoras, como la
notoria huelga de los petroleros en el '95 cuyo resultado
se transformó en un marco para la ofensiva neoliberal.
En 2002, meses antes de la elección, José
Genoíno, actual presidente del PT afirmaba no saber
por qué la élite brasileña temía
tanto un gobierno petista, ya que este partido y sus principales
representantes mostraban al pueblo que había esperanza
sin romper el orden burgués. Habiendo hace mucho
abandonado la lucha por la dictadura del proletariado, Löwy
pasa a ver en el fraude de las elecciones de 2002 la llegada
al poder de un "obrero combativo" que dirige un
"partido que se reclama del socialismo".
De ese modo, desarma a los trabajadores para combatir a
esa dirección traidora.
La
participación de la DS no se reduce a Rossetto
Aunque
el ministerialismo sea, indiscutiblemente, la expresión
más abierta de la traición del SU, la participación
de la DS en el gobierno no se reduce a Rossetto. De hecho
esa corriente ocupa diversos cargos de segundo y tercer
escalafón, y no deja de prestar todo su apoyo a las
políticas oficialistas en las votaciones en el legislativo.
La votación de la Previsión social, nada menos
que el principal test de la capacidad de Lula para enfrentarse
con el movimiento de masas en 2003, dejó en claro
la relación de la DS con el gobierno, pues salvo
la senadora Heloísa Helena, la orientación
de la bancada de esa corriente fue votar de hecho a favor,
limitándose a declaraciones contrarias. También
la votación del salario mínimo ese año
refuerza esto, cuando en nombre de no "votar con la
derecha" (ver artículo en esta revista) la bancada
de la DS votó con el gobierno contra el aumento del
salario mínimo de hambre de 260 a 275 reales.
Según el ya citado relato de Gerry Foley de la conferencia
de la DS del año pasado, no fue permitido hacer enmiendas
a la propuesta de resolución presentada por la dirección
de esa corriente, y "menos del 10 por ciento votó
a favor de la resolución alternativa, que no llamaba
a la salida general de los miembros de la DS del gobierno
de coalición capitalista, sino sólo a la salida
de los tres miembros de la DS en el Ministerio de Hacienda,
que es el centro del ala derecha en el gobierno (!)".
¡Ni del principal núcleo del ala derecha del
gobierno la mayoría de la DS quiere salir! Con esa
discusión, no sorprende que: "A medida que el
congreso prosiguió, y la línea de quedarse
en el PT y en el gobierno se hizo más y más
resonante, los oradores empezaron a referirse a la administración
Lula como 'nuestro gobierno'. Hablando de los miembros de
la DS, dice todavía Foley: "ellos creían,
y siguien haciéndolo, que el PT constituía
el vehículo revolucionario para la transformación
social en Brasil".
Es con base en esa concepción que la DS se da la
tarea de fortalecer el PT, creando una coordinación
común de la izquierda para "dar otro rumbo"
al partido. Esa línea no busca profundizar la crisis
en el PT y el potencial revolucionario que ella tiene, sino
justamente aplacar esa crisis y fortalecer al PT.
El
SU con un pie en cada canoa
Paralelamente
a todas esas acrobacias para equilibrarse en el interior
del gobierno, la línea del SU es buscar al mismo
tiempo fortalecerse dentro y fuera del PT. En el interior
del partido, a través de la DS, pretende tornarse
un polo capaz de organizar a toda la "izquierda petista",
dando respuesta a las tendencias centrífugas generadas
por la profundización del desgaste del gobierno y
de la crisis en el PT. Esta línea, según la
Coordinación Nacional de la DS, "representa
una alternativa tanto a la aceptación de las presiones
para la adaptación al curso de devaluación
programática como a las salidas en dirección
a un proyecto sectario de partido" 5. Al mismo tiempo,
fuera del PT, el mismo SU desarrolla un dúo político
a través de la fracción Libertad Roja, encabezada
por Heloísa Helena y João Machado, que se
lanzaron a la construcción del PSOL (Partido Socialismo
y Libertad), en conjunto con la CST del diputado João
Batista de Araújo "Babá" (de la
CST-UIT), y el MES de Luciana Genro, que se organiza internacionalmente
a través de la revista Movimiento, además
de un sector de sindicalistas de los empleados públicos
que se movilizaron el año pasado alrededor de la
huelga contra la reforma de la Previsión social.
Aquí, Heloísa Helena, elegida presidenta del
PSOL y ya lanzada como candidata a la presidencia de la
República en 2006, junto con João Machado,
actúan en las palabras de Gerry Foley como un "plan
B" del SU. Si haber votado contra la reforma de la
Previsión social llevó a la expulsión
de Heloísa Helena y precipitó la construcción
de un nuevo partido, las concepciones de fondo de ambos
no difieren mucho de los análisis generales que el
SU utiliza para embellecer al gobierno de Lula. Así,
por ejemplo, mientras Lula actuaba como bombero de la lucha
de clases en procesos como la crisis venezolana y el gran
levantamiento revolucionario de octubre de 2003 en Bolivia,
João Machado se daba el lujo de afirmar, sobre la
"nueva política externa" de Lula: "El
aspecto más positivo de la orientación del
gobierno hasta aquí fue su política externa.
Además de oponerse al ataque de los Estados Unidos
a Iraq y de dar pasos en dirección a establecer una
política externa independiente, hubo un intento de
construir una unidad sudamericana, y también un frente
de los llamados países 'en desarrollo', opuesto a
los intereses de los centros imperialistas."6 Ese es
el típico discurso utilizado para contrabalancear
la política interna antipopular de Lula, con una
supuesta política externa "progresista".
Sin embargo la verdad es muy diferente. No se trata sólo
de que él no desarrolla el Mercosur o no va hasta
el final en el enfrentamiento con el imperialismo: de hecho
Lula ha sido el verdadero pivote de las políticas
imperialistas en la región. No dar importancia central
a ese aspecto va más allá de una capitulación
general a los encantos de Lula, es una traición acabada
al internacionalismo proletario, que debería justamente
buscar cómo hacer avanzar los mismos procesos revolucionarios
sobre los que Lula ha actuado para destruir.
Además, lo que más demuestra que se trata
de una maniobra conciente del SU es que la expulsión
de una de las principales dirigentes y figura pública
de la DS fue perfectamente pacífica y no mereció
ninguna lucha seria por parte del conjunto de la tendencia,
que se limitó patéticamente a aprobar una
resolución contra los castigos, en un clima suficientemente
pacífico para que el propio presidente del PT José
Genoíno hiciese una visita a la misma Conferencia
y pudiese recibir la resolución "en mano",
en clima de total fraternidad, en los mismos días
en que afirmaba que expulsaría a Heloísa Helena
del PT. El grado de adaptación de la DS es tan grande
que ni siquiera al ser atacada por la dirección de
la Articulación7 bosqueja algún intento de
enfrentamiento político.
La formación del PSOL, con un programa hecho a medida
para combinar una fraseología socialista ligeramente
renovada con una estrategia que no combate la conciliación
de clases, se da por lo tanto en el marco de esa política
del SU para quedar bien ubicado dentro y fuera del PT.
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Notas:
1
Boletín Socialist Action, edición de diciembre
del 2003.
2 Publicado en el semanario Rouge no. 2033 de la LCR francesa,
02/10/2003.
3 Boletín electrónico de la DS/ Bahia, 25/11/2003.
4 "El baile de las estrellas u otro Brasil es posible
", en: Revista Margem Esquerda no.1, mayo de 2003.
5 Resolución de la Coordinación Nacional de
la DS, 07/02/2004.
6 International Viewpoint, publicación del SU-CI,
octubre-noviembre de 2003.
7 Tendencia mayoritaria en el PT, dirigida por Lula, por
el actual ministro-jefe de la Casa Civil José Dirceu
y por el presidente del PT José Genoíno.
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