El 20 de marzo, cientos de miles se movilizaron
en las principales capitales y ciudades del mundo en repudio a la
guerra imperialista. Apenas iniciado el bombardeo, Melbourne fue
paralizada por una movilización masiva. En Atenas, 100.000
jóvenes y trabajadores tomaron las calles. En Milán
se movilizaron 45.000 y decenas de miles en Corea del Sur. Los estudiantes
secundarios marcharon en Berlín, Francia y Londres (ver artículo).
Mientras tanto los sindicatos italianos han convocado a paros contra
la guerra, al igual que los sindicatos griegos. En EE.UU., se realizaron
movilizaciones y acciones de desobediencia civil, enfrentando arrestos
masivos. Miles de estudiantes marcharon en El Cairo al grito "¡Abajo
los gobiernos árabes! ¡Abajo Mubarak!", enfrentándose
duramente con la policía.
Los gobiernos guerreristas tratarán de soldar una unidad
nacional reaccionaria tras el apoyo a los soldados y tropas que
están en el Golfo. Alimentando el "patriotismo"
buscarán neutralizar la oposición interna y aislar,
debilitar y perseguir a los sectores más radicalizados del
movimiento antiguerra aplicando sus leyes "antiterroristas".
Para esto cuentan con la enorme maquinaria de los medios de comunicación
y la lealtad de liberales, demócratas y progresistas que
hasta ayer se oponían a una guerra "unilateral"
sin apoyo de la ONU, pero se han alineado con sus gobiernos tras
el comienzo de las hostilidades.
Tras el comienzo de la guerra, la ONU ha quedado expuesta ante aquellos
que tenían ilusiones en que las inspecciones de armas y la
diplomacia de las potencias imperialistas como Francia, Alemania
o Rusia podrían detener esta nueva masacre en Irak.
El presidente francés Jacques Chirac, resignado ante el ataque
norteamericano, lamentó esta guerra "sin apoyo de la
ONU" y deseó que "fuera corta y no se transforme
en una catástrofe humanitaria". Al igual que los gobiernos
de Alemania y Rusia tratarían ahora de prepararse para el
rol de la ONU en la posguerra y defender sus intereses en la región.
Los objetivos reaccionarios de esta guerra ya están claros
para centenares de miles que en todo el mundo gritan "No a
la sangre por petróleo" o "Bush y Blair asesino
de los pueblos". Las recientes protestas no alcanzaron para
evitar que comience la guerra, aunque deslegitimaron la ofensiva
imperialista y debilitaron a los gobiernos europeos aliados de EE.UU.
Bush está intentando cubrir este nuevo crimen diciendo que
"el día de la liberación del pueblo de Irak está
cerca" y que uno de sus objetivos es instaurar la "democracia"
en Irak. Esta es una mentira descarada. Las potencias imperialistas
como EE.UU. apoyan a dictadores y "tiranos" cuando son
funcionales a sus objetivos y cuando dejan de serlo los acusan de
ser "nuevos Hitlers". Tras el derrocamiento de Hussein,
Irak será un país ocupado y sometido por fuerzas extranjeras
con un gobierno títere, ya sea bajo la forma de una nueva
dictadura o de una administración civil, incluso con la participación
de la ONU. La ocupación de Irak sería así una
plataforma para lanzar el rediseño de Medio Oriente, que
podría comenzar con imponer una solución reaccionaria
al conflicto palestino que implicará la negación de
sus derechos nacionales. Con esta guerra EE.UU. buscará darle
una lección a las masas y los pueblos oprimidos que intenten
desafiar el poderío imperialista y fortalecer su hegemonía
mundial.
Por esto el único resultado progresivo para las masas de
Medio Oriente y los explotados del mundo es la derrota de EE.UU.
y sus aliados. Sin darle el mínimo apoyo político
al reaccionario régimen de Hussein, que en el pasado fue
un agente abierto del imperialismo, opresor de su propio pueblo
y de las minoría kurda y chiíta, estamos por la victoria
militar de Irak frente al imperialismo y defendemos su derecho a
usar todos los medios disponibles a su alcance para repeler y derrotar
la agresión anglo-norteamericana. Este sería un duro
golpe a las fuerzas más reaccionarias del planeta y debilitaría
a sus aliados, demostrando que el poderío militar, político
y económico del imperialismo no es invencible.
Para esto es necesario reforzar la movilización y radicalizar
las acciones del movimiento antiguerra, generalizar los ejemplos
de los secundarios ingleses que abandonaron sus clases, de los activistas
que bloquean los trenes con municiones y tropas, de los jóvenes
australianos que aislaron Melbourne. El profundo odio contra la
opresión norteamericana en el mundo árabe debe transformarse
en movilizaciones de masas contra sus gobiernos reaccionarios que
han presionado a Hussein para que renuncie y facilite el "cambio
de régimen" que reclama EE.UU. En todo el mundo tenemos
que rodear las embajadas, los parlamentos y las sedes de los gobiernos
agresores. Pero para paralizar efectivamente la maquinaria militar
es necesaria la acción masiva de los trabajadores con sus
métodos y programa, es decir: con la huelga general para
impedir el funcionamiento de los trenes, los puertos, las fábricas
militares, las administraciones estatales y paralizar la economía
capitalista, afectando los intereses de los grandes monopolios.
La derrota de la ofensiva imperialista contra Irak sólo será
posible con la unidad de la clase obrera y los jóvenes en
los países centrales y en los países semicoloniales
en una lucha común que empiece a plantear el enfrentamiento
al propio sistema capitalista imperialista, principal causante de
la guerra.
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